Hoy entrevistamos al director de cine Marcos Cabotá… Pero -él está informado al respecto- en casitaperfecta.com nos gusta hacerlo a nuestra manera.
Ya os adelantamos que puede que encontréis preguntas «repetidas» en otros medios-no es lo mismo entrevistar a un director de cine que a mi querida Laura en su puesto Tambor D’Ametlla– pero en general la experiencia, como siempre, nos ha encantado. ¿Conoces a Marcos Cabotá? Aquí tenéis una de las versiones oficiales.
Y esta es la nuestra.
Marcos Cabotá nos recibe en su casa, en la zona costera de Llucmajor. Hoy la nena está enfermita, así que, como buen padre, tiene que estar pendiente de ella. Pero eso no le impide sentarse con nosotros tranquilamente en un bonito porche que da a una piscina, muy bien protegida ante posibles saltos imprudentes de niños pequeños, rodeada de césped.
Marcos Cabotá, ¿Cómo te definirías? ¿Quién eres?
Soy y nunca he dejado de ser un niño. De alguna manera… no pienso en mi como un adulto. Tal vez tenga el síndrome de Peter Pan o algo así -sonríe- pero me gusta retroalimentar a mi niño interior, lo que no debe confundirse con la inmadurez.
Soy un niño que tuvo una infancia feliz, con unos padres que me quieren y me han querido mucho, siempre me gustó jugar como hobby… y ahora es mi profesión. El juego que es contar historias.
En otras ocasiones has explicado que en tu cabeza, cuando jugabas, hacías una película.
Sí, me imaginaba con mis juguetes, creando historias e inventando, como cualquier niño de mi edad. Pero para mí, no sé porqué, todo era como una especie de película que debía tener su principio y su final. Si me interrumpían, tenía que empezar de nuevo toda la historia que había creado.
Esto es algo que me ha acompañado hasta ahora: si una secuencia no sale como yo quiero, hay que pararla y empezar de nuevo.
¿Cuándo dirías que empezó todo? ¿Cuál fue tu antes y tu después?
Un día mi madre me llevó a ver Regreso al Futuro, y ese es probablemente mi punto de inflexión porque ese día entendí lo que quería hacer el resto de mi vida. Debía de tener siete años -Marcos Cabotá comenta pensativo, a pesar de que ha contado la anécdota docenas de veces- sabía que quería hacer cine incluso antes de saber lo que era un director de cine.
Cuando le preguntan a un niño qué quiere ser de mayor… puede decir veterinario o astronauta. Yo quería ser director de cine aún sin saber que esa profesión existía.
¿Sin plan B?
Sin plan B. Yo era cabezota, nunca hubo otra opción, jamás pensé en otra cosa. Inconsciente de mi, por otro lado- sonríe divertido, tal vez evocando esos sueños de infancia inocente- Con todo lo que sé ahora, si mi hija me sale con lo mismo, tendré que hacerle un lavado de cabeza para que deje esas ideas.
Poco a poco me dirigí a ese lugar, al lugar en el que soy director de cine. Y hoy estoy aquí, contigo, y te cuento que he dirigido seis películas, cortometrajes… no sé cómo ha sucedido y no sé si sería capaz de volver a hacerlo.
Ser director de cine es tan complejo… tienes que estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, trabajar, formarte, tener un poco de suerte… Ahora mismo no sabría decir si esas carambolas de la vida me volverían a pasar.
¿Qué personas te han marcado ese camino y han formado parte de esas «carambolas» que da la vida?
Pues uno de los antes y después son mis compañeros de la universidad.
Marcos Cabotá sonríe y coloca la espalda en el asiento.
Inconscientes de nosotros -continúa- pensábamos que íbamos a acabar los estudios y a trabajar en el mundo del cine, directamente. Y ya en los mismos pasillos de la universidad empezamos a idear nuestra primera película Amigos. Esta película se estrenó en el cine y llegó al Festival de Málaga… Me imagino que ese fue el punto de inflexión, con esos compañeros, porque sin ellos, sin la idea, sin el empuje… aquel proyecto nunca habría salido adelante.
¿Cómo fue saliendo de la nada esa primera película?
Éramos cuatro escribiendo el guion, quedando cada tarde, planificando la historia. Muy bien, cuando lo tuvimos, maravilloso. Hagamos una película. Necesitamos financiación.
Ni que fuera tan sencillo encontrar financiación, ni antes ni ahora, pero las carambolas de la vida favorecieron a Marcos Cabotá.
A alguno de mis compañeros, no recuerdo a quién, se le ocurrió presentar el proyecto a Telecinco Cinema y echarle huevos, así de mal dicho, porque se trata de la mayor productora de cine de Europa y nosotros éramos cuatro pringados. Pero, de alguna u otra manera aceptaron el proyecto y acabé dirigiendo mi primera película, que es el primer punto de inflexión en mi vida y que marcaría el resto de mi camino.
Sin Amigos, a lo mejor aún estaría intentando levantar mi primera película.
Hablas de crear un guion como si fuera algo… normal, fácil. ¿Cuál es, para ti la semilla de este trabajo?
Cada maestrillo tiene su librillo, y cada guionista y director de cine tiene su manera. En mi caso es como la construcción de un puzle. Todo empieza con una imagen que de pronto te viene a la cabeza y piensas en ella. Una imagen que te tiene que llamar la atención.
En el caso de Amigos tenía la imagen de un tipo colgado del reloj de la Puerta del Sol el día de fin de Año, en el momento de las campanadas. ¿Cómo llega este tipo ahí? La historia se construye alrededor de esa imagen.
Un guionista puede crear la historia de una pareja que ha visto, por ejemplo, en un restaurante. A partir de esa imagen se construye lo que hay alrededor en diversas fases: la historia, la trama. Está el momento de escribir las ideas en post-it en la pared -Marcos Cabotá se lleva una mano a la frente porque… uf, esa fase puede durar semanas- pero poco a poco todo se aclara. Luego se sigue con el guion, secuencia uno, calle, día exterior…
Ante mi mirada de confusión y clara ignorancia me acerca unos folios sujetos con un clip, forman parte de su próximo proyecto «El instante». Explica:
Mira. Es un guion de cine. Eso es lo que se pone. Cuando ya escribes «Secuencia 1, calle, exterior, día» el guion ya está en marcha de verdad.
¿Cómo han sobrellevado la pandemia los directores de cine?
La pandemia ha hecho daño al cine, pero es que lo ha hecho a casi todas las profesiones que hay. Yo siempre digo que la industria artística, el cine, la música, el teatro… siempre están en crisis. El resto de sectores sale adelante pero nosotros siempre estamos en ella.
Nuestra profesión es una profesión de corazón. No estamos aquí por el dinero sino porque nos gusta lo que hacemos y porque sentimos pasión por lo que hacemos. Si luego podemos vivir de ello, maravilloso. Pero no tenemos un negocio sino una responsabilidad con nosotros mismos.
Si los artistas no creamos, nos sentimos inútiles. Y es que probablemente somos inútiles para el resto de cosas. Esta crisis es sólo una bofetada más a la paliza que ya llevamos tiempo recibiendo.
Marcos Cabotá se para un segundo, reflexiona, y vuelve a hablar.
Dicho esto creo que sería egoísta por nuestra parte considerarnos vitales o hacernos los mártires de esta situación, cuando cae la que está cayendo y estamos pendientes de volver a caer. Por eso hay que arrimar el hombro, hay gente cuya labor es más importante que hacer peliculitas. Desde fuera todo lo que tiene que ver con el cine parece especial pero no lo es, no somos vitales.
Y en este momento de la entrevista, es cuando el director de cine es más aún si cabe una persona humilde, normal.
Los directores de cine, esta profesión a la que pertenecemos, somos muy de mirarnos al ombligo. Somos muy egocéntricos y «lloristas». Nos encanta hacer y dedicarnos tiempo a nosotros mismos y que el mundo lo vea.
Es así como se crea esa imagen de las galas de los Goya y de los Oscar. Como el trabajo de muchos es muy bueno y causa una gran afición de gente que admira lo que haces. De alguna manera eso se retroalimenta y nos hace ver como super héroes, pero eso está muy alejado de la realidad. No es así, no somos héroes, somos trabajadores a los que los mueve su pasión.
Se tiene que entender que somos una profesión como otra cualquiera, no tenemos nada de especial, no somos mejores que nadie. Nuestra profesión es tan admirable como la de panadero, piscinero, jardinero o cualquier otra.
¿Y qué opinas de las plataformas como Netflix, HBO…?
Que son un tema positivo. Una manera de llevar el trabajo de muchos compañeros a las pantallas, al gran público de todo el mundo. Yo soy el primero que se ha beneficiado de Netflix, ya que alguna película mía ha recorrido el mundo a través de esta plataforma, así que es un lugar al que, evidentemente, vamos.
Las pantallas en casa hoy en día son más grandes, los sistemas de sonido son mejores… estás en tu sofá viendo tu peli, la paras cuando quieres ir al baño o ir a beber agua…
Sin embargo yo soy muy clásico. Me gusta el evento que representa ir al cine, con un amigo o amiga, meterme en una sala con gente desconocida, y luego ir a cenar… me parece algo hasta romántico. Me daría mucha pena que eso se perdiera.
No soy ningún gurú, pero creo que vamos a ese lugar en el que el cine se va a ver en casa, a nos ser que los empresario del cine se reinventen y consigan que el público regrese a las salas.
¿Cómo es tu día a día, Marcos?
Pues cada día es diferente del anterior. Siempre depende de en qué fase de la producción esté: preproducción, producción o post producción. Si estoy rodando, que es cuando menos sucede porque suelen ser rodajes cortos y rápidos, y estoy fuera de casa, viviendo en un hotel, trabajo de sol a sol.
Si estoy produciendo o post produciendo, que es la mayoría de tiempo en este trabajo, mi día a día es diferente.
Hoy, cuando acabe esta entrevista, tengo una reunión para preparar el rodaje que tengo en agosto de El Instante. Tenemos que hablar de las localizaciones, así que el equipo de producción tiene que conseguir un par de lugares que ya he pensado. Luego quedaré con Tolo Prats, mi compositor habitual para explicarle los avances.
Mi día a día son reuniones, y, en algún momento, paradas creativas. Hacer una película conlleva estar encima de muchos departamentos.
El viernes, por ejemplo, tengo que reunirme con los de arte porque hay que construir algo muy especial en el caso de El Instante y hay que ver cómo quiero que sea y cómo quiero que se construya.
La semana que viene hablaré con vestuario y con maquillaje… Por supuesto hay que saber delegar, pero una película es un libro que escribe muchísima gente. No es de un sólo autor. No es una película de Marcos Cabotá, sino de más de cincuenta personas más. El director supervisa y hace que todo fluya y confluya, porque es el que tiene la capacidad de ver cómo quedará el final una vez se hayan unido todas las piezas.
Hay que tener en cuenta que no tienes un trabajo al uso, por llamarlo de alguna manera y que, por lo tanto, tampoco tienes un sueldo al uso…
Exacto. Yo no cobro al mes, yo cobro por trabajo. Una vez que ese trabajo finaliza, yo cobro, pero he estado incluso un año sin ingresar ni un solo euro. De todas formas cuando cobro, lo hago en consecuencia a mi trabajo.
Si por ejemplo llevo dos años trabajando en una película, se hace un cálculo de lo que hubiera cobrado cada mes, y todo se ingresa a la vez. Por supuesto, hacienda se lleva su parte así que al final… Los directores somos mileuristas que cobramos de tanto en tanto.
También existe el factor riesgo. Somos autónomos, no trabajamos para ninguna empresa. Yo no sé lo que es la estabilidad laboral. Si lo que hago gusta, tendré dinero en mi cuenta y si no gusta, pues no. Ese es un riesgo añadido que pocos están dispuestos a asumir.
Y luego está el tema de las productoras: hay que encontrar personas que inviertan dinero en el proyecto, buscar ayudas con la dura competencia que hay… Toda una película conforma un telar que es muy difícil de tejer: saber dónde buscar dinero, cómo buscarlo, cómo financiar el proyecto… No es fácil conseguir tres millones y medio para hacer tu película. Hay que saber hacerlo.
Y al final, se trata de una película. ¿Dónde encuentras tú la inspiración?
Pues mira. Cuando escribo, dejo de ver cine para no «contaminarme». Me aíslo. Suelo escuchar música, especialmente de los 80, el pop, Michael Jaskson, Madona, Bowie, Fredy Mercury… Esa es mi inspiración. En mi caso las ideas me aparecen en la cabeza y empiezan a gestarse, mi cerebro empieza a trabajar en ella. No sé de dónde vienen, de algún lugar en el que se guardan y luego se van lanzando.
No sólo la música de los ochenta marca tu inspiración
Los 80 son una década que viví muy intensamente. Me gustaba la música, el cine… Ir el viernes con mi padre a buscar una peli al videoclub, tener que elegir entre Loca academia de policía y La guerra de las galaxias, Regreso al futuro… que el tío te diga que Mad Max no es de tu edad… Y por supuesto, pasar el finde viendo la misma peli una y otra vez.
La tele de ese momento me hizo desarrollar mis gustos actuales. Yo veía El coche fantástico… Y ahora me dedico a hacer lo que a ese Marcos de siete u ocho años le flipaba. ¿Te morías por Michael Jackson? Pues lo hemos conocido.
Tenemos un coche fantástico. El director de Regreso al futuro nos mandó un mail para felicitarnos (al Marcos de siete años y al actual) por nuestro trabajo.
Para mi eso no son frikadas. Es llevarle a Marcos pequeño, ese niño que todos tenemos dentro y del que todos guardamos algo, lo que le gusta. Me inspiro en él, le consulto a mi versión más pura de mí mismo, como es ese niño, con su inocencia, que miraba las cosas sin juzgar, el que tenía tantos sueños… y él me lo dice.
¿Cuál es tu película preferida?
No sé cuál es, me gustan muchísimas. Pero la que he visto más veces es Regreso al Futuro. Cuando tengo que afrontar un rodaje es la película que me gusta ver, porque me encanta la peli, el director, cómo está dirigida…
¿Qué es lo que no te gustaría hacer?
No me gustaría dedicarme toda la vida al cine. Soy consciente de que algún día pararé y no quiero desgastarme. Quiero parar cuando tenga que parar y no hacer nada por inercia. El día que no disfrute esta profesión, la dejaré. En ese instante.
¿Y qué querrías hacer si llegara el día?
Tal vez enseñar. Contarles a los chavales cuatro trucos de mi experiencia. Cuando yo estudiaba, los mejores días eran cuando tenía a alguien delante que sabía, que era director, y nos contaba lo que había hecho y aprendido.
¿Cuál es tu libro preferido?
Me gustan los de ciencia ficción, especialmente El cazador en las tinieblas, de Michael Reaves. Lo he leído unas siete u ocho veces. Empiezo con el primer capítulo, que me flipa, no me doy cuenta y paso al segundo… y entonces sigo y lo acabo.
Cuéntanos sobre tus pasatiempos
Me gusta mucho el deporte. Cada vez soy más viejo, más malo y más tosco, pero me gusta mucho.
También los videojuegos, sobre todo los de antes, los Nintendo y las consolas más retro… también me gusta cuidar las cosas de la casa, limpiar el coche… cosas muy mundanas: estar en casa, con mi mujer y mi hija, llevando una vida familiar… y viajar, cuando se pueda de nuevo.
Llegamos a una pequeña batería de preguntas rápidas:
- ¿Con qué persona famosa, viva o muerta, saldrías a cenar?
Con Michael Jackson. Tuve el placer de conocerlo, pero su pudiera ir a cenar con él le pediría que me contara de dónde viene todas esa explosión de creatividad e imaginación que aportó, no sólo a la música sino a sus videos y producciones.
- ¿A dónde le llevarías?
Iríamos a un KFC porque sé que le encantaba. Nos pediríamos un cubo de pollo y nos sentaríamos a hablar de cine, de música… y lo fundiría a preguntas.
- ¿Prefieres el café o el te?
El Nestea.
- La mejor sensación del mundo es… hoy en día, escuchar a mi hija llamarme papá.
- Y la peor… No lo sé y espero no saberla.
- Si tuvieras una varita mágica, ¿Qué harías?
¿Puedo hacer lo que quiera? Joer, es tan tópico… pero es verdad: trataría de hacer que la gente entendiera que se puede vivir en armonía.
Marcos Cabotá se ríe.
Parezco una miss, pero es cierto. Eso y que se curaran todas las enfermedades. Y además estoy seguro de que es lo que pediría cualquier persona.
La verdad es que estoy en una fase muy sensible. Cuando eres padre te vuelves muy sensible con los niños, y cuando ves alguna noticia… pues eso. Todo lo que sea ayudar a los niños a tener una vida mejor es lo que haría yo con una varita mágica. Y si puedo sin varita, también.
Así finaliza esta entrevista y no podríamos esperar un mejor broche final.
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